La factura simplificada, también conocida bajo el nombre de factura simple, es uno de los conceptos clave en la contabilidad de cualquier empresa, pyme o autónomo; así como constituye un elemento esencial dentro de su día a día.

Se trata de una tipología concreta que, desde el año 2013, sustituye al antiguo ticket, y que para ser considerado válido deberá de cumplir una serie de requisitos. Por ello, a continuación, te contamos qué es una factura simplificada, sus requisitos y cuándo se puede utilizar. 

¿Qué es una factura simplificada?

Una factura simplificada es un comprobante de pago, que se utiliza en compras con consumidores o usuarios finales, y que solo puede realizarse en la moneda nacional. Es decir, se trata de un justificante de una compraventa que se entrega a un particular, y que, en el caso de España, solo podría realizarse en euros.

Este tipo de facturas aparecen con motivo del Real Decreto 1619/2012, en vigor desde el 1 de enero de 2013, donde se estableció que la factura simplificada sustituye al conocido ticket, con el objetivo de simplificar la emisión de facturas en casos concretos, como bares, restaurantes o todos aquellos negocios con contacto directo con el cliente.

¿Cuándo se puede utilizar?

Únicamente se podrá utilizar la factura simplificada en los siguientes casos:

➡️​ Como factura rectificativa.

➡️​ En operaciones inferiores a 400 euros (IVA incluido).

Este límite máximo se ampliará hasta los 3000 euros (IVA incluido) en el caso de que se den algunas de las siguientes operaciones:

  • Ventas al por menor.
  • Transporte de personas y sus equipajes.
  • Ventas o servicios en ambulancia.
  • Uso de autopistas de peaje.
  • Alquiler de películas.
  • Servicios prestados por discotecas y salas de baile.
  • Servicios telefónicos mediante cabinas de uso público o mediante tarjetas que no permitan la identificación del portador.
  • Servicios de peluquerías e institutos de belleza.
  • Uso de instalaciones deportivas.
  • Revelación de fotografías, así como servicios prestados por estudios fotográficos.
  • Aparcamiento y estacionamiento de vehículos.
  • Servicios de hostelería prestados por restaurantes, bares, cafeterías y establecimientos similares, así como el suministro de bebidas o comidas para consumir en el acto.
  • Servicios de tintorería y lavandería.
  • Ventas o servicios a domicilio del consumidor.

¿Cuándo no se puede utilizar la factura simplificada?

Cabe destacar que existen determinados casos en que no se puede usar la factura simplificada, independientemente del importe de la operación:

  • Cuando se trate de entregas intracomunitarias de bienes.
  • En operaciones realizadas fuera del territorio de aplicación de los tipos impositivos aplicados.
  • Cuando se trate de ventas a distancia.
  • Operaciones con inversión del sujeto pasivo. Es decir, aquellas situaciones en las que es el destinatario quien ha de emitir la factura en vez del emisor.

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